Los últimos años del siglo XIX fueron de grandes dificultades para el desenvolvimiento 'de la Universidad de Antioquia y por lo tanto para el desarrollo armónico de la enseñanza y la práctica médica. Según María Teresa Uribe, la generación del Estado Soberano de Antioquia, en sus dos épocas, recoge la casi totalidad de la inteligencia regional de dicho siglo formada bajo el proyecto educativo diseñado por el doctor Pedro Antonio Restrepo Escobar y llevado a la práctica por el doctor Pedro Justo Berrío. El primer grupo de personajes se ubica entre 1853 y 1863. Está conformado por abogados, empresarios, escritores, gobernantes, profesores e intelectuales que fueron formados para hacerse cargo del Estado de Antioquia y definir su futuro. El otro grupo, en el que se destacan los médicos, comprende el período de 1864 a 1886, que se formó en relativa calma, con pocas guerras civiles " que se hizo en el contexto de un proyecto económico y ético cultural coherente y sólido, del cual hoy se puede disentir pero al cual no se le puede desconocer su sentido y sus propósitos de cohesión interna, de identidad regional y de proyección futura". Quizá esta cohesión permitió que el proyecto educativo y el perfil de lo que se ha llamado antioqueñidad no sucumbiera a las guerras civiles del final del siglo que tanto maltrataron a la Universidad. El cuerpo médico tenía sus prácticas profesionales y sociales, sus relaciones de poder y asesoría y su sentido común, es decir, "los caracteres difusos dispersos de un pensamiento genérico de cierta época y de cierto ambiente popular" influidos por ideologías tradicionales y dirigenciales, por la medicina europea, la política, la religión y el lenguaje técnico.
Además de sentido común, el cuerpo médico tenía el sentido de practicidad es decir el espíritu de resolver los problemas sin tanta retórica, con inventiva, imaginación y poder de convicción. Esto se explica quizá porque Antioquia era una ínsula dentro la montaña, sin vías de comunicación y por lo tanto con escasez de los elementos propios para ejercer la profesión lo cual obligaba a los médicos a ser recursivos. Por algo decía en 1851 Carlos Segismundo de Greiff(51) "Una inteligencia rara facilita aún en las últimas filas del pueblo la propensión natural a las mejoras materiales ya la progresiva marcha de ellas, el amor propio y el más noble egoísmo..." y complementaba Agustín Codazzi en 1852 "El hijo de la antigua Antioquia, comparativamente al de las demás secciones de la república, es precisamente aquel que más ha viajado al continente europeo... es trabajador, sabio, fuerte y robusto, posee inteligencia y riqueza, ¿Por qué, pues, no tiene una sola vía comercial para comunicarse con el resto de la república?. Otro aspecto que llama la atención es la manera de comunicarse los médicos entre sí y con los pacientes y sus familiares en Antioquia, que a diferencia de otras regiones, dicha comunicación o relación "no se reforzó sobre prácticas diferenciadoras sino sobre prácticas integradoras que a la postre lograron mayor eficiencia y permanencia que el modelo verticalista y jerárquico". Es llamativa entonces la comunicación cordial, cálida y familiar, distintivo que conserva el médico antioqueño para quien se facilita el trabajo individual y en equipo.
Los médicos del siglo XIX dieron la impronta a la profesión y no obstante las vicisitudes sentaron las bases de la Escuela Médica Antioqueña, influida grandemente por la francesa. Al terminar el siglo se tenía un cuerpo médico, incipiente pero formado; un hospital, con cien años de existencia que empezaba a dejar el estigma tradicional de ser un moridero para dar asistencia y enseñanza; una Academia de Medicina que discutía los problemas médicos, asistía al Estado con sus asesorías en asuntos de higiene y establecía las conductas médicas y éticas a seguir por los profesionales y una Escuela de Medicina para formar médicos y dar atención a las necesidades en salud de la población. Contaban, además con la anestesia, la antisepsia, las técnicas quirúrgicas aceptadas entonces en el mundo de las intervenciones, las transfusiones aún en etapa primitiva, los estudios bacteriológicos, el concepto de homeostasis y, ya en camino el primer equipo de radiología. Tenían muchos problemas pero también grandes sueños por realizar. Así lo expresó Manuel Uribe Angel: "Pertenecemos a una generación que tanto tiene de infortunada, como tiene de dichosa. Si se dirige la vista al pasado, hay mucho qué deplorar, y si se dirige hacia delante, mucho' puede esperarse en bien de las generaciones venideras. Recojamos en este día nuestro pensamiento...trabajemos en el campo de los conocimientos útiles para procurarnos la adquisición de verdades que dejaremos en herencia a las generaciones que han de sucedernos en la patria".
Además de sentido común, el cuerpo médico tenía el sentido de practicidad es decir el espíritu de resolver los problemas sin tanta retórica, con inventiva, imaginación y poder de convicción. Esto se explica quizá porque Antioquia era una ínsula dentro la montaña, sin vías de comunicación y por lo tanto con escasez de los elementos propios para ejercer la profesión lo cual obligaba a los médicos a ser recursivos. Por algo decía en 1851 Carlos Segismundo de Greiff(51) "Una inteligencia rara facilita aún en las últimas filas del pueblo la propensión natural a las mejoras materiales ya la progresiva marcha de ellas, el amor propio y el más noble egoísmo..." y complementaba Agustín Codazzi en 1852 "El hijo de la antigua Antioquia, comparativamente al de las demás secciones de la república, es precisamente aquel que más ha viajado al continente europeo... es trabajador, sabio, fuerte y robusto, posee inteligencia y riqueza, ¿Por qué, pues, no tiene una sola vía comercial para comunicarse con el resto de la república?. Otro aspecto que llama la atención es la manera de comunicarse los médicos entre sí y con los pacientes y sus familiares en Antioquia, que a diferencia de otras regiones, dicha comunicación o relación "no se reforzó sobre prácticas diferenciadoras sino sobre prácticas integradoras que a la postre lograron mayor eficiencia y permanencia que el modelo verticalista y jerárquico". Es llamativa entonces la comunicación cordial, cálida y familiar, distintivo que conserva el médico antioqueño para quien se facilita el trabajo individual y en equipo.
Los médicos del siglo XIX dieron la impronta a la profesión y no obstante las vicisitudes sentaron las bases de la Escuela Médica Antioqueña, influida grandemente por la francesa. Al terminar el siglo se tenía un cuerpo médico, incipiente pero formado; un hospital, con cien años de existencia que empezaba a dejar el estigma tradicional de ser un moridero para dar asistencia y enseñanza; una Academia de Medicina que discutía los problemas médicos, asistía al Estado con sus asesorías en asuntos de higiene y establecía las conductas médicas y éticas a seguir por los profesionales y una Escuela de Medicina para formar médicos y dar atención a las necesidades en salud de la población. Contaban, además con la anestesia, la antisepsia, las técnicas quirúrgicas aceptadas entonces en el mundo de las intervenciones, las transfusiones aún en etapa primitiva, los estudios bacteriológicos, el concepto de homeostasis y, ya en camino el primer equipo de radiología. Tenían muchos problemas pero también grandes sueños por realizar. Así lo expresó Manuel Uribe Angel: "Pertenecemos a una generación que tanto tiene de infortunada, como tiene de dichosa. Si se dirige la vista al pasado, hay mucho qué deplorar, y si se dirige hacia delante, mucho' puede esperarse en bien de las generaciones venideras. Recojamos en este día nuestro pensamiento...trabajemos en el campo de los conocimientos útiles para procurarnos la adquisición de verdades que dejaremos en herencia a las generaciones que han de sucedernos en la patria".
POR EL DR. TIBERIO ALVAREZ ECHEVERRI, Profesor Titular, Sección de Anestesiología y Reanimación, Departamento de Cirugía, Facultad de Me- dicina, Universidad de Antioquia; Director de la Clínica de Alivio del Dolor, Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia y Hospital Universitario San Vicente de Paúl, Medellín , Colombia.
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